Reproducir la tecnología de las poblaciones prehistóricas constituye un modo de resolver nuestras dudas sobre la evolución humana y, en particular, sobre el desarrollo del lenguaje y la cultura.
Una versión novedosa de este enfoque recurre a la tomografía y a la resonancia magnética cerebral para observar las regiones de neuronas que se activan mientras se golpea una piedra hasta convertirla en una bifaz.
La colaboración entre arqueólogos y neurocientíficos ha rehabilitado una tesis desacreditada que consideraba la fabricación de útiles un detonante fundamental de la evolución humana.
Aprender y enseñar el arte de fabricar útiles en la Edad de Piedra pudo suponer tal desafío para nuestros ancestros que motivó la evolución del lenguaje humano.
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