La criomicroscopía electrónica se ha erigido en los últimos veinte años como una técnica idónea para el estudio de estructuras macromoleculares con precisión atómica.
Ya no es preciso cristalizar la muestra ni disponer de un gran volumen de la misma. Ello supone una gran ventaja a la hora de estudiar estructuras nanométricas.
Los grandes avances técnicos en la captación de las imágenes y la potencia de cómputo han facilitado la elaboración de modelos tridimensionales a partir de las imágenes planares.
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