El nuevo consenso europeo de desarrollo permite que Europa contribuya al progreso de la humanidad, y en concreto al de aquella parte de la misma más desfavorecida. La Unión Europea aumentará su influencia en el mundo como poder normativo, haciendo así que el gobierno global responda más a los valores de la tradición ilustrada europea que a los del autoritarismo ruso y asiático, o los del actual excepcionalismo norteamericano
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