Con el fin de restituir el ámbito de la playa fluvial de Goián, de gran actividad pero parcialmente ocupado por una carretera con farolas, y reactivar el entorno próximo de la Fortaleza de San Lourenzo, recientemente restaurada pero sin uso alguno. Se nos encarga reordenar una serie de equipamientos, que den sentido a un futuro parque, en el único ámbito de actuación legalmente posible: una ladera intermedia con fuertes pendientes, permanentemente orientada al sur, totalmente desfigurada por la presencia de diversas canteras y chiringuitos ilegales. Enfrentados a un reto normativo de zonificación que ni permite el uso de materiales pétreos y árboles que oculten o mimeticen la visión del monumento, ni restituciones geológicas naturales excesivamente costosas. Y contando con un presupuesto y tiempo de ejecución reducido, y la colaboración de una empresa especializada solo en viales. Se propone aprovechar la orografía existente para acoger, en forma de zócalo, los diferentes espacios contenedores, a la vez que resolver la accesibilidad de toda una ladera impracticable, con el único gesto de un muro de contención continuo que, sin escala urbana conocida, a veces es banco, otras peto, graderío, peldaño, bordillo o plataforma. La prolongación de la geometría defensiva del foso hacia la playa -nueva conexión entre ambos- organiza el conjunto y resuelve un nuevo acceso desde el pueblo más cercano. Las canteras existentes ofrecen los espacios para los equipamientos futuros sin alterar la orografía. La cantera más grande resuelve, debajo de un bosque de pilares, un gran lugar que en sombra sirve para el encuentro de todo tipo de público alrededor de una cafetería. El río, y Vilanova en frente, organizan el resto.
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