La presión por el temido plebiscito Pujol-Maragall amenaza con romper las compuertas tradicionales de los caudales de voto de unos y otros partidos. Todos los flujos están abiertos. Por socorrer al uno o al otro, hay votantes que están dispuestos a ejercer el voto útil. Por eso, los lideres del PP, como los de Esquerra Republicana en el otro extremo del arco voltaico, se empeñan en afianzar sus diques tratando de evitar una riada electoral que seque sus tradicionales pantanos de voto. Por eso el rechazo continuo a que ni esto es un plebiscito ni son unas primarias.
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