Bertolt Brecht, puesto que ofrecía al espectador el placer de liberarse de las falsas evidencias que rezuma el orden establecido, abrió en la representación teatral una dimensión radicalmente nueva, tanto en las formas como en el objetivo. Se alabó esta gran sacudida durante su descubrimiento en Francia, pero se fue neutralizando poco a poco. Su tímido regreso señala el de la audacia de pensar con alegría.
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