Aunque estaba cantado, las urnas confirmaban que Emmanuel Macron va a ocupar el sillón del Elíseo durante los próximos cinco años. Se conjuraba así el riesgo de que la extrema derecha pudiese alcanzar el poder en uno de los pilares de la Unión Europea y el probable efecto contagio en el Viejo Continente. Además de convertirse en el presidente más joven de la historia gala, el nuevo jefe del Estado francés no proviene de uno de los partidos tradicionales, y su movimiento carece actualmente de representación parlamentaria, algo que intentará cambiar en las elecciones legislativas del próximo mes de junio.
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