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Resumen de Zika en América Latina: lecciones de una epidemia

Gonzalo Fanjul Suárez, Oriana Ramírez

  • Las devastadoras consecuencias económicas y sociales de la epidemia del zika demuestran la importancia de una estrategia preventiva basada en la lucha contra la desigualdad. Tras el ébola y el zika, la comunidad internacional debe aplicar las lecciones aprendidas.

    Para la mayoría de quienes lean este artículo, la palabra "zika" evocará una preocupación lejana que provocó inconveniencias durante un tiempo y quedó resuelta tras la intervención de las autoridades sanitarias. Sin embargo, para los países más afectados del continente americano esta epidemia ha supuesto una desviación de fondos públicos irreemplazables y un recordatorio de la vulnerabilidad de sus economías emergentes. Para decenas de miles de mujeres y niños, el zika se ha convertido en una realidad con la que convivirán toda su vida. Las escenas de recién nacidos de aspecto normal pero con un leve achatamiento en la parte superior de la cabeza esconden un futuro en el que la discapacidad y sus implicaciones pueden empujar a una familia al otro lado de la línea de la pobreza. La infección por zika no solo es la causa de su marginación socioeconómica, sino que esta constituye una de las razones fundamentales por las que fueron infectados en primer lugar.

    El arbovirus que castigó a América Latina hasta hace pocos meses fue descubierto por primera vez en el bosque ugandés de Zika en 1947, en la sangre de un mono Rhesus. Un año más tarde, la enfermedad era transmitida por mosquitos y no tardó en producirse el primer contagio en humanos: primero una infección en Nigeria y después anticuerpos en poblaciones humanas de África, India y el sureste asiático. Pero no fue hasta 2007 cuando se produjo el primer brote de envergadura en la isla Yap (Micronesia). Alrededor del 73% de la población acabó infectada por el virus, aunque la escasa intensidad y duración de sus síntomas no despertaron alarmas en la comunidad internacional.

    El siguiente brote reseñable del virus del zika, sin embargo, comenzó a mostrar el inquietante rostro que hemos conocido después con mayor virulencia. Durante 2013 y 2014, dos de cada tres habitantes de la Polinesia francesa acabaron infectados. El incremento del número de casos reportados de Síndrome de Guillain-Barré (SGB, un desorden en el que el sistema inmunitario ataca el sistema nervioso del paciente provocando parálisis parciales) fue la primera indicación de las consecuencias neurológicas asociadas al zika. Después de aquello, el virus continuó su expansión a lo largo del Pacífico, hasta que a finales de 2014 el noreste de Brasil reportó los primeros casos confirmados de infecciones en el continente americano.

    A partir de ahí, la historia es conocida. A la expansión acelerada del virus por América Central y Suramérica, México, el Caribe e incluso Florida, siguió un incremento sin precedentes de los casos de síndrome congénito (incluyendo la microcefalia) en recién nacidos y un aumento de los casos de SGB. La escalada provocó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la epidemia una emergencia de salud pública a nivel internacional, hecho que solo ha sucedido cinco veces en la historia. A día de hoy, la transmisión vectorial del zika a través de mosquitos es una realidad en 45 países y territorios de América. Después de Brasil, Colombia es el país más afectado, con más de 100.000 casos, numerosos informes de síndromes neurológicos y microcefalias asociadas (aunque en una proporción mucho más baja que en Brasil).

    Cinco meses después de que la OMS haya declarado formalmente el fin de la emergencia epidémica, el virus del zika ha llegado para quedarse en el imaginario colectivo de todo un continente. Sin embargo, no existen razones para pensar que la comunidad internacional - empezando por los gobiernos de los países más afectados - haya aprendido de esta experiencia para evitar que ocurra de nuevo en el futuro. Los riesgos sanitarios y socio­económicos de su omisión pueden tener derivadas mucho más allá de lo aceptable.

    Consecuencias económicas del zika para América Latina La estimación precisa de las implicaciones económicas y presupuestarias de una epidemia tan impredecible como la del zika constituye un ejercicio de ilusionismo matemático. Sin embargo, algunos elementos permiten establecer un orden de magnitud que ilumine la relevancia política de este asunto. Utilizando un rango de variables que considera tres posibles escenarios de expansión del zika (el actual, una expansión moderada y una alta; con 5,60 y 220 millones de afectados, respectivamente), investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y la Johns Hopkins University analizaron el impacto macroeconómico de la epidemia en el conjunto de la región y a lo largo de tres años, periodo estimado de duración de una primera oleada epidémica. Las conclusiones - publicadas recientemente en un informe conjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (CICR) - van mucho más allá de las comunidades más afectadas y deberían figurar en grande en el orden de prioridades de las autoridades sanitarias mundiales.


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