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Temores y esperanzas para la Unión Europea

  • Autores: Salvador Llaudes Cañete
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 31, Nº 177, 2017, págs. 54-61
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • En este 2017 la UE haría bien en dejar de proclamar años "decisivos" o elecciones "definitivas". La reflexión abierta y necesaria sobre el futuro de Europa pondrá repetidamente a los líderes ante difíciles disyuntivas. España está en condiciones de participar de forma activa.

      El inicio de 2017 traía consigo mucha incertidumbre para un proyecto europeo que no pasa por su mejor momento. A las dolorosas e irresueltas crisis económica y de refugiados (además de la hostilidad rusa, el terrorismo y el iliberalismo rampante en el seno de la Unión Europea) se sumaban dos acontecimientos a lo largo de 2016 que hacían temer incluso por el futuro de la UE: la decisión de los votantes británicos de apostar por el Brexit y la de los electores estadounidenses de escoger como presidente a alguien tan abiertamente contrario al proyecto comunitario como era Donald Trump.

      El calendario electoral tampoco ofrecía tregua en este 2017, con al menos tres elecciones decisivas en Europa, las tres de países fundadores de la Unión: Holanda, Francia y Alemania, en este orden. Se temía, con razón, el efecto dominó que podían tener para el populismo europeo las victorias ya citadas en los países anglosajones. Tanto el PVV de Geert Wilders (quien lideró los sondeos durante muchos meses en Holanda), como Marine Le Pen (quien hizo lo propio en Francia) y Alternativa por Alemania (AfD, que rondaba el 15% en distintas encuestas de opinión), gozaban de un apoyo popular muy considerable.

      La realidad, no obstante, es que se ha subestimado la capacidad de movilización de las fuerzas contrarias a este populismo. Si bien es cierto que cada vez gana más fuerza en el debate el eje cosmopolitano/nacionalismo contra el clásico izquierda/derecha, no lo es menos que en lugar de haberse producido un efecto contagio, lo que ha pasado más bien es lo contrario: un efecto vacuna, al menos por el momento. Así, en Holanda las elecciones volvieron a ser ganadas por los liberales de Mark Rutte, que tendrán que formar gobierno en una coalición con al menos tres socios, entre los que no se incluirá en ningún caso al partido de extrema derecha de Wilders, y donde probablemente sí se encuentren GroenLinks y D66, que hicieron campaña con un discurso contrario al del líder xenófobo y antieuropeo.

      Más importante aún para el proyecto europeo es el resultado de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Finalmente, tendremos en la segunda vuelta a dos candidatos en posesión de programas absolutamente contrapuestos: Emmanuel Macron, partidario de llevar a cabo reformas en Francia para hacerla más competitiva y volver a ocupar un espacio decisivo en el proyecto comunitario; y Marine Le Pen, contraria a la globalización y quien culpabiliza a la inmigración de los problemas del país, promulgando en consecuencia el cierre de fronteras y la salida de la UE.

      La victoria en primera vuelta de Macron (24% contra 21% de Le Pen) augura esperanzas para la Unión, aunque en ningún caso parece probable que se vaya a repetir el espectacular resultado de Jacques Chirac de 2002, cuando venció con el 82% de los votos a Jean-Marie Le Pen, padre de Marine. Sin embargo, y frente a la oleada de triunfalismo existente, bien haría Macron en no confiarse, pues a pesar de haber logrado el apoyo de los socialistas y de parte de los republicanos (François Fillon, Alain Juppé y Nicolas Sarkozy incluidos), no ha conseguido el de Jean-Luc Mélenchon, quien obtuvo el 19,5% de los votos en primera vuelta.

      En las manos de Macron está, en cualquier caso, lograr una victoria que calmaría las inquietudes europeas en gran medida. El gran riesgo está en la desmovilización, bien porque parte del electorado entienda que la victoria está asegurada, bien porque el candidato no sea capaz de convencer a los indecisos. Si se confirman los pronósticos, el siguiente reto para la UE serán los comicios alemanes de septiembre, donde la fuerza populista euroescéptica de AfD se desinfla según todos los sondeos. La pelea estará entre Angela Merkel y un Martin Schulz que ha renovado las esperanzas del Partido Socialdemócrata (SPD). Cualquiera de las dos elecciones serían recibidas con buenos ojos por Bruselas ...


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