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Resumen de De focas, liebres y gatos. Aproximaciones al proyecto de la Central Lechera CLESA de Alejandro de la Sota desde una dialéctica entre lo industrial y lo humano.

Alfredo Baladrón Carrizo

  • En 1958, Alejandro de la Sota recibió el encargo para la realización del proyecto para la Fábrica de leche CLESA en el norte de Madrid. Este proyecto y su construcción se extendió hasta 1963 y coincidió en el tiempo con otras dos obras significativas: el Gobierno Civil de Tarragona (1956-1963) y el Gimnasio del Colegio Maravillas (1960-1962). Este periodo supone un momento de inflexión en su obra, hacia una mayor abstracción e importancia de la técnica.

    La Central Lechera CLESA es el único proyecto construido de los seis que realizó entre 1955 y 1969 para centrales lecheras. En algunos de ellos expresa con claridad las ideas principales que guían el trabajo en la fábrica madrileña, una clara voluntad de levantar contenedores anónimos y flexibles que, agrupados, forman un conjunto armónico en donde no pierde cada parte su propia personalidad, como el mecanismo de un reloj, o como los antiguos equipajes de los toreros coronados con el botijo y el estoque.

    Este conjunto de volúmenes está compuesto por dos grandes naves centrales, en diferente cota, iluminadas por una serie de lucernarios, coronados por una secuencia de ventiladores que otorgan al edificio una cierta identidad. Sota, tan dado a las caricaturas, dibujó esta sección con forma de foca.

    Entorno a estas dos naves principales se sitúan tres volúmenes prismáticos y uno con cubierta a dos aguas. Este conjunto de volúmenes con diferentes secciones, junto a los miradores en voladizo en las fachadas, mitigan el efecto adverso de la proximidad de la carretera en la fachada norte del edificio.

    Entre las imágenes del archivo del proyecto se encuentra un proyecto para una fábrica de leche en Kyodo, Japón, extraído de una revista de arquitectura del momento. Alejandro de la Sota tomó este proyecto como referencia, especialmente en el uso de las pasarelas de conexión entre volúmenes. En el caso de CLESA, estas pasarelas tienen un doble objetivo. Por un lado conectar los dos prismas que se separan del cuerpo principal, la nave de recepción de leche y el cuerpo de entrada y restaurante.

    Por otro lado, vincular el edificio con un paisaje constituido por la imagen entonces lejana del norte de Madrid. Dado que el edificio, además de su uso como fábrica, iba a ser destinado a visitas del público, las pasarelas son utilizadas en el interior del edificio para establecer itinerarios para visitantes.

    La escasez de hierro llevó a optar por estructuras de hormigón armado y pretensado y a la producción de bloques de hormigón in situ para sus fachadas. La justificación del sistema constructivo señala la voluntad de obtener la máxima diafanidad posible con dos objetivos, la flexibilidad y la visibilidad del espacio. De esta manera se da respuesta a dos cuestiones principales, unos espacios que respondan a las funciones propias de la fábrica, y una fábrica visitada por el público.

    Todas estas decisiones llevaron a erigir uno de los mejores ejemplos de arquitectura moderna industrial en España que hoy en día se enfrenta a un complejo proceso de rehabilitación a través de la convocatoria de un concurso internacional de ideas. La respuesta al nuevo contexto urbano y al nuevo uso que se le dé a la fábrica debe tener presentes las consideraciones y condicionantes del proyecto de don Alejandro de la Sota, para intentar, como él, conseguir siempre algo mejor de los que se nos pide como arquitectos, “dar liebre por gato”.


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