En diciembre de 1953, el arquitecto José Antonio Corrales, con carácter previo al encargo del pueblo de colonización de Llanos del Sotillo en Andújar, recibió por parte del Instituto Nacional de Colonización la encomienda para redactar dos proyectos de núcleos de población en la provincia de Jaén –en la zona media de Vegas del Guadalquivir– vinculados al Plan Jaén de desarrollo de esta provincia.
Estos núcleos eran Guadalimar (Lupión) y Agrupación de Vegas del Caudillo (Jaén). El primero se construyó en 1954, mientras que el segundo nunca llegó a ejecutarse.
Guadalimar es un pueblo de tamaño medio–grande, proyectado para 178 viviendas; mientras que Vegas del Caudillo, es proyectado con una menor entidad, como una cortijada para 42 viviendas. Ambos núcleos tienen en común tanto el requisito de que el conjunto de sus casas estaban destinadas a obreros agrícolas, no existiendo ninguna para colonos, como la visión del arquitecto plasmada en el planeamiento de las mismas.
En dichos pueblos de colonización se proyectan cuatro tipos de viviendas de tres y cuatro dormitorios. Las prioridades buscaban unificar y simplificar la ejecución de los forjados horizontales e inclinados con el objeto de lograr una mayor economía y rapidez de construcción; para ello, el arquitecto trabaja la modulación del conjunto como en otras de sus obras.
Se estudian particularmente los volúmenes interiores de las viviendas, dando a la habitación base (cuarto de estarcomedor) una superficie y cubicación máximas mediante dobles alturas. En cambio, a los dormitorios y locales accesorios otorga dimensiones mínimas, resultando así –según se indica en la memoria del proyecto–, una distribución más racional de volúmenes adaptados a la escala humana. Los planos hallados de las viviendas de Vegas del Caudillo completan el conocimiento de estas obras concebidas simultáneamente.
Los documentos que configuran estos proyectos, desde la memoria hasta los planos generales de la organización urbana, o los correspondientes a cada tipo de edificio –con las perspectivas interiores que los definen– y la construcción de Guadalimar, ponen de manifiesto cómo un arquitecto moderno se posiciona ante el reto de hacer Arquitectura exaltando y dignificando, al mismo tiempo, los aspectos folklóricos del hábitat campesino que se definían en las directrices del INC para la colonización agrícola de postguerra.
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