A los nuevos actores que se iban constituyendo. Pero, era además un elemento identitario A partir de las transformaciones que vivió la Argentina desde fines del siglo XIX y desde la implantación de la democracia de voto universal masculino en 1912, las élites comenzaron a inquietarse por lo que consideraban un orden desvirtuado y una peligrosa denigración de las jerarquías. En ese contexto, algunos escritores comenzaron a deleitarse con la idea de que eran las “minorías espirituales superiores” las que daban carácter a un pueblo y no las mayorías, por lo que en ellos debía recaer la dirección moral y política, de la nación. Y comenzaron a surgir movimientos autodenominados nacionalistas que paulatinamente fueron abandonando su carácter nativista-cultural para asumir un perfil ideológico y político concreto. Los conceptos nación y nacionalismo fueron instrumentos discursivos aglutinadores de esta naciente derecha antidemocrática.
En esa apuesta política, dedicaron muchas páginas a menoscabar la cultura popular. En principio, la descalificación era un argumento para deslegitimar políticamente que los ayudaba a constituirse como el opuesto positivo de lo excluido.
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