A partir de la firma del Tratado de París de 1898, Puerto Rico se convirtió en una colonia estadounidense. Desde ese momento hasta el presente, la metrópoli norteamericana ha empleado diversos instrumentos de control para ejercer su presencia en el archipiélago. El propósito de este artículo es analizar algunos rasgos que manifiesta esta dominación imperial. En particular, las observaciones se detienen a examinar los mecanismos usados por los Estados Unidos para asimilar a los puertorriqueños sin integrarlos políticamente a su país. A la vez, se considera cómo estas herramientas también se utilizan para impedir toda expresión a favor de la independencia.
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