Hablar de la ficción narrativa sin tener en cuenta la práctica de los medios de recepción, sólo tendría en cuenta una dimensión parcial del arte, tal y como afirma el especialista en literatura Wolfgang Iser. En el artículo propuesto tengo la intención de retomar esta afirmación y replantear lo que ello implica, para la comprensión de la ficción narrativa como agente capaz de influir en lo social. Se trata de una llamada de atención sobre el periodismo cultural, como una práctica en la que la recepción colectiva de las artes permite generar e instituir nuevas formas sociales. Los discursivos generados por la recepción colectiva hacen operativas las especificidades de la ficción narrativa. El cruce de límites, la sensibilidad afectiva y la metaforización, se hacen visibles como estructuras de generación-de-mundo a través de las cuáles el mundo parece contingente y maleable. El poder de la ficción narrativa reside en la capacidad de transformar la percepción sensorial del mundo y es por lo tanto, de una naturaleza más fundamental que las meras negociaciones de sentido propios de los discursos sociopolíticos. Argumentaré esta afirmación haciendo uso de dos eventos intensamente discutidos en el contexto de la West German Feuilleton, como es el periodismo cultural de formación-de-opinión de los medios impresos; que fué destacado por su pluralismo ideológico, así como por su influencia en la sociedad de Alemania Occidental, desde 1950 hasta el momento de la reunificación. El primer análisis retoma la controversia en torno a la novela de Orwell 1984, justo antes de los años indicados por Orwell, lo que generó la noción de sociedad de la vigilancia. La segunda examina el discurso generado por las rebeldes películas juveniles en la década de 1950. Con este marco metodológico subyacente quiero poner en primer plano la importancia de los procesos de recepción colectiva para el estudio de la interrelación de la ficción narrativa y la sociedad.
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