En un mundo en el que, como consecuencia del desarrollo de las redes de comunicación, tiende a imponerse la palabra sin que se cuestione la legitimidad y la credibilidad de su autor, se torna crucial preguntar cuál es el lugar que ocupa el investigador de las ciencias humanas y sociales en este concierto más o menos ordenado de voces. Esta situación obliga a preguntarse: ¿qué es el análisis crítico del discurso? ¿Forma parte integral de las ciencias humanas y sociales o corresponde a una corriente particular en el area disciplinar? ¿Qué significa interpretar como actividad privilegiada en las ciencias humanas y sociales? ¿Acaso la interpretación debería permanecer dentro del marco de una disciplina o debería someterse a una serie de comparaciones interdisciplinares? ¿Qué rol discursivo asume el investigador que se enfrenta al deber de transmitir su saber a los que no son especialistas y cómo puede lograrlo sin confundirlos? Y, por último, ¿cómo se posiciona el investigador con respecto a estas actividades? Son estas las interrogantes a las cuales se trata de responder aquí, desde el punto de vista del autor, quien se apoya en su propia experiencia.
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