La transición de la Administración Obama a la presidencia de Trump viene acompañada por cambios fundamentales en la política exterior y de seguridad de Estados Unidos y un giro estratégico de ciento ochenta grados respecto al periodo anterior. La llamada «doctrina Obama» —de naturaleza pragmática, consecuencialista, no intervencionista, multilateral— está dando paso a una «doctrina Trump» diametralmente opuesta, basada en el principio «America first». Este principio no llevaría tanto a un aislacionismo como a un «nuevo reparto del mundo» favorable a los intereses nacionales estadounidenses, si es preciso a expensas del resto, a partir de grandes pactos (grand bargain) con otras grandes potencias, principalmente Rusia y China, algunos países europeos afines, potencias regionales y economías emergentes. Las políticas proteccionistas y reactivas del Gobierno de Trump presionan en favor de una desglobalización y de un mundo más fragmentado, y presagian múltiples tensiones con otros Gobiernos y sociedades, con organismos multilaterales (Naciones Unidas, OTAN), y un retroceso en las dinámicas de la integración regional en Europa, América Latina, y Asia y Pacífico. No obstante, el replanteamiento por parte de Washington de sus principios y estrategias al menos encierra un aspecto potencialmente positivo, pues podría abrir diálogos ahora estancados, en muchas direcciones:
Oriente Medio, Rusia o China. Está por ver si el presidente Trump podrá llevar a cabo su programa electoral, lleno de contradicciones y paradojas; qué tipo de resistencias, domésticas y exteriores, surgirán como respuesta a sus iniciativas, y qué impacto tendrá la doctrina Trump no solo en el resto del mundo, sino sobre los propios intereses de Estados Unidos.
The transition from the Obama Administration to Donald Trump’s presidency announces dramatic changes in the fundamentals underpinning US foreign and security policy, while potentially marking a 180-degrees strategic shift. Over the last eight years, the so-called Obama doctrine relied on pragmatism, consequentialism, non-interventionism and multilateralism. Even if the keystone of the Trump doctrine, the principle America first, would suggest a turn back to isolationism, its seems likely that the US government will seek a new “sharing out of the world” through bilateral grand bargains (big deals) with Russia and China, regional powers, emerging economies and eventually other European governments. Trump’s protectionist and nationalist impulses will push in the direction of a de-globalisation and a fragmentation of the world, while causing significant damages to regional integration processes in Europe, Latin America and the Pacific. We should also expect the rise of multiple political and economic tensions among the US government, multilateral organisations (UN, NATO) and other governments and societies. However, rethinking US principles and strategies could also open a window of opportunity to new dialogues vis a vis China, Russia, or the Middle East. At the beginning of 2017, it remains to be seen whether the Trump administration will be able to carry out his program; whether the resistances, domestic and foreign, will block his initiatives; and whether Trump’s policies will be catastrophic for the world and the US national interest.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados