Madrid, España
El pretexto aducido por Roma para iniciar la guerra en Celtiberia en el 154 a. C. es prueba de que el cuarto de siglo de paz, desde los tratados acordados por el propretor Tiberio Sempronio Graco en 179 a. C., solo fue un respiro, prolongado, eso sí, en el proceso natural de expansionismo romano, discontinuo e irregular, pero imparable. En esas décadas Roma tuvo las manos libres para librar otras guerras contra pueblos bárbaros, como Ilirios e istrios en el mismo 179 a. C., o sardos, corsos, ligures y dálmatas, pero sobre todo para liquidar de una vez por todas el reino de Macedonia, decadente sucesor del Imperio de Alejandro, en la Tercera Guerra Macedónica de 171-168 a. C.
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