Madrid, España
A lo largo de nuestra socialización se realiza todo un trabajo de escultura sobre el cuerpo para que vaya adquiriendo una serie de modulaciones de género, al tiempo que se establecen ataduras cómplices con las exigencias consumistas del capital. Este trabajo previo afianza unas prácticas éticas masculinizadas o feminizadas, que serán inscritas en el cuerpo a través de la fuerza simbólica del dominio, para habitarlos con un conjunto de respuestas automatizadas. La ética femenina de los cuidados, en su concepción reaccionaria de darse a los otros por encima de sí mismas, actúa en alianza con el neoliberalismo y hace de la feminidad una subjetividad cómplice con ambos sistemas: capital y heteropatriarcado.
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