La educación terminará de cobrar sentido cuando todos puedan acceder a ella como sistema, cuando efectivamente se haga una escuela para todos, una escuela donde las diferencias entre las individuali-dades sean tenidas en la cuenta, cuando se apre-henda que también los niños, jóvenes y adultos con necesidades educativas especiales, n.e.e, puedan recibir la carta náutica de un microcosmos que es nuestro mundo circundante cada vez más com-plejo, con un blanco en continuo movimiento, pero también ellos han de recibir la brújula que oriente y señale el camino propio que les permita vivir en medio de la incertidumbre para transformarse y constituirse en actores sociales.
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