A diferencia de lo que afirma la leyenda difundida por algunas personalidades e historiadores árabes de cierto relieve, como el emir Abdalá, George Antonius o Suleiman Mousa, la revuelta (thawra) que comenzó en el Hedjaz en junio de 1916 no fue, en absoluto, una acción secundada masivamente. La llamada a la rebelión general lanzada por Hussein ben Alí, gran jerife de La Meca, solo fue respaldada por algunas tribus, pues entre los beduinos estaba más extendida la idea de pertenencia a la comunidad de los creyentes (umma) que la de independencia, que por el contrario tenía mucho más importancia en las élites sirias. Dignatario religioso respetado por los musulmanes, el propio Hussein tampoco se llevó a engaño y en su proclamación del 27 de junio denunció los abusos cometidos por los turcos y su falta de respeto hacia el islam. También dijo actuar para “el triunfo del islam y la mejora de las condiciones de los musulmanes”.
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