El objetivo último de la inteligencia corporativa ha sido siempre la transformación de la información en acción y beneficio empresarial mediante el desarrollo de ventajas competitivas basadas en el conocimiento.
Esa información ha estado tradicionalmente en las manos de los directivos, que han ejercido su control para el propio análisis en la toma de decisiones empresariales. Poseer una intuición estratégica ha sido clave para el éxito de un decisor y, aun así, por la propia naturaleza humana, todos somos propensos, incluidos los directivos, a tener puntos ciegos en el análisis, extraer conclusiones erróneas y tomar decisiones equivocadas.
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