La Revolución francesa no es sino la precursora de otra revolución mucho mayor, que será la última; aspiramos a algo más sublime y más justo, ¡El Bien Común de la Comunidad de los Bienes! Contra todas las “evidencias” de la teoría económica convencional y la síntesis darwinista, hemos rastreado los sistemas de vida, la evolución humana y la aparición del lenguaje para mostrar que los constitutivo de los seres vivos y de los humanos en particular es la propensión a la simbiosis, a la cooperación y a la vida en común. Por eso, los bienes comunes, que son la mayor parte de los bienes que interesan, han sido gestionados por las sociedades humanas con entera solvencia y eficacia, aunque ateniéndose a ciertas condiciones, no automáticamente. Concluimos el trabajo afirmando que la antigüedad evolutiva de la empatía hace que nos podamos sentir extremadamente optimistas.
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