En este artículo el autor intenta mostrar que los argumentos religiosos pueden contribuir a la construcción de una noción común de bienes y fines –mientras permanece el compromiso con la libertad, la igualdad y el respeto mutuo. Una renovada versión del liberalismo no fundada en la neutralidad, el secularismo y un formalismo procedimental-contractual puede ser más hospitalaria a las contribuciones religiosas. La filosofía de Charles Taylor puede ofrecer una tercera vía entre el comunitarismo y el liberalismo formal, una vía capaz de recuperar algunos de los más importantes logros liberales y, sin embargo, capaz de recuperar una aproximación más rica, completa y comprensiva de la agencia humana. Esta comprensión de la ética permite desafiar la tendencia moderna hacia la privatización de la religión, reformulando las fronteras entre lo público y lo privado. Una visión revisada del liberalismo provee un nuevo contexto para el lugar de las convicciones religiosas en la conversación pública.
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