Resumen de Espiritualidad y psicología
Recientemente la prensa se hizo eco de la inquietud de los obispos franceses ante el peligro de distorsión en cierto tipo de retiros o asambleas de oración que proponen terapias “psico-espirituales”. Estas prácticas suscitan cuestiones de fondo: ¿es necesario, o no, reconocer fronteras entre “lo espiritual” y “lo psicológico”? La perplejidad o confusión invitan a proponer algunas consideraciones en un terreno donde hay vivas controversias. En la unidad de la persona, lo espiritual y lo psicológico están íntimamente mezclados. Pero, hoy como ayer, se impone una distinción en la manera de entender no solo la experiencia espiritual sino también las prácticas psicoterapéuticas, de dirección espiritual y pastorales en general.
La banalización de la psicología y del psicoanálisis, su proliferación en múltiples escuelas y corrientes, ha contribuido a relativizar su prestigio, el miedo reverencial que inspiraban hace poco. En los medios de comunicación y en la literatura ambiental, toda una sopa, vagamente freudiana, está a la disposición de aprendices de brujo que hacen estragos en las terapias psíquicas como en las Iglesias. El Estado hace lo que puede para controlar a los primeros. Los responsables de la Iglesia han de ser exigentes sobre la personalidad, la experiencia y la competencia de los que asumen la responsabilidad de guías y de darles los medios para formarse y hacerse supervisar seriamente.
