El autor de este artículo defiende que, para que la fe prospere y fecunde la existencia del hombre de nuestros días, es más necesaria que nunca una atinada y muy pedagógica pre-evangelización. El corazón humano del hombre de hoy no está preparado para recibir el mensaje de Cristo. Su “imaginario social” es incapaz de rozar siquiera los fundamentos de la fe. Se hace necesario, en consecuencia, partir de la “pedagogía del deseo” para, con la ayuda de la gracia, disponer al hombre de nuestros días a la adhesión personal que la fe supone y demanda.
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