Los dominicos M.D. Chenu e Yves Congar diagnosticaban, ya en los años treinta, que muchos ámbitos de la sociedad estaban cada vez más alienados de la fe cristiana, mientras que en los medios eclesiales se cultivaba una teología alienada a su vez de la vida cultural, filosófica y social del momento. De sus reflexiones nació la Nouvelle Théologie, que pretendía repensar la fe de una manera más “encarnada”, con nuevos enfoques y nueva epistemología, que pudieran entrar en diálogo con el mundo secularizado. El autor de este trabajo examina las “interdependencias” mutuas que se dieron entre aquella reflexión teológica y las nuevas formas de praxis cristiana, a la vez que indica cómo este nuevo enfoque influyó en los planteamientos y conclusiones del Concilio Vaticano II.
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