Si bien es cierto que son ya muchos los historiadores que hacen uso en sus investigaciones de algunas fotografías, también lo es que ese uso suele estar relacionado más bien con la ilustración de esos escritos que con su empleo como verdadera fuente documental. Sin embargo, cada vez son más abundantes los estudiosos de la historiografía que reconocen el valor documental que las imágenes fotográficas pueden tener, eso sí, con sus lógicas limitaciones, unas limitaciones que no son, desde luego, mayores que las que tienen cualquier otro tipo de documentos. En efecto, el uso de la imagen fotográfica la hora de elaborar una historia puede resultar para el especialista tan importante como el uso de cualquier otro tipo de documento, y sólo el interés del historiador y su propia capacidad a la hora de hacer uso de la misma, es lo que hará útil el empleo de este tipo de fuentes. Este uso de la fotografía en la investigación es, desde luego, extensible a su didáctica
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