“Defensor del vínculo” es el término técnico para defender en un tribunal eclesiástico la incumbencia de mantener la validez del matrimonio mientras no se demuestra su nulidad. Esta defensa del vínculo conyugal es tarea jurídica. Pero la garantía de persistencia y protección del cumplimiento de la promesa en el enlace conyugal (o, en su caso, en el desenlace) es una tarea mucho más amplia; implica al menos tres instancias: la conciencia responsable de los cónyuges, el funcionamiento competente de las instituciones protectoras de la justicia y el cuidado pastoral de las personas en la vida de la comunidades creyentes.
Por eso, la reflexión antropológica y evangélica esbozada en el presente ensayo intenta situar la cuestión más allá del mero debate sobre la validez de un vínculo jurídico y enfocarla como cuidado de la fidelidad, tanto en el proceso del enlace como en el del posible desenlace.
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