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La penúltima provocación de Corea del Norte

  • Autores: María Belén Lara
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 30, Nº 173, 2016, págs. 90-97
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • Pese a la dificultad de separar realidad y propaganda, Corea del Norte está volcada en su programa nuclear. Con 20 bombas nucleares y casi 1.000 misiles balísticos de diverso alcance, Pyongyang supone una amenaza real que la comunidad internacional no ha sabido contener.

      Corea del Norte es el único país que ha realizado ensayos nucleares en este siglo, violando de facto la actual moratoria internacional sobre pruebas nucleares, y lo ha hecho en cuatro ocasiones: 2006, 2009, 2013 y 2016. Haciendo caso omiso de las reprobaciones y de las sanciones, el gobierno coreano ha anunciado que próximamente realizará otro ensayo nuclear y que seguirá probando y desarrollando sus misiles.

      Aunque no se sabe con certeza, se estima que detonaron plutonio en los dos primeros ensayos y uranio altamente enriquecido en los dos últimos, pero al no lograr detectar isótopos radiactivos, no se ha podido determinar la naturaleza del material utilizado. Que hayan conseguido enriquecer uranio al nivel necesario implica un logro tecnológico importante, porque el proceso de convertir ese mineral en un material apto para una bomba es muy complejo. También implica más dificultades para la supervisión y más peligro de proliferación, porque las centrifugadoras necesarias son mucho más pequeñas y por ende más fáciles de ocultar.

      Tras realizar la última prueba nuclear, Pyongyang aseguró que, por primera vez, habían detonado una bomba de hidrógeno, algo que fue interpretado como una provocación y un desafío, y que concitó el rechazo de toda la comunidad internacional, incluida China, tradicional aliada de Corea del Norte. Tal afirmación fue acogida con escepticismo debido a que el Servicio Internacional de Monitorización - cuyas estaciones de observación repartidas por todo el planeta rastrean indicios de pruebas atómicas para evitar que los países desarrollen armas nucleares o modernicen en secreto las que poseen - detectó en esa fecha un movimiento sísmico en la zona donde se habían llevado a cabo los anteriores ensayos nucleares, en las instalaciones de Yongbyon, pero la magnitud del terremoto provocado - la que denota la potencia de cada explosión - fue similar al detectado tras la prueba de 2013, insuficiente para una bomba H, que es mucho más potente y devastadora que las utilizadas en Hiroshima y Nagasaki. Se especula si la prueba se realizó con una bomba nuclear clásica reforzada con algún isótopo de hidrógeno, pero no sería en puridad una bomba H. En cualquier caso, una bomba atómica mejorada representa un avance tecnológico notable y es una demostración palmaria de que Corea del Norte está volcada en su programa nuclear. En la actualidad, el país posee alrededor de 20 bombas nucleares.

      Detonar un explosivo nuclear supone un avance científico importante, pero miniaturizar tal mecanismo para poder ensamblarlo en un misil presenta muchos problemas técnicos, ya que además de pequeños han de ser de un material suficientemente resistente para soportar los rigores del lanzamiento y, sobre todo, la reentrada en la atmósfera. Después del ensayo nuclear de 2013 los norcoreanos dijeron que disponían de una cabeza nuclear miniaturizada, pero es difícil valorar hasta qué punto es cierto porque no han hecho ninguna demostración. Tras años de intentar separar la realidad de la propaganda, los servicios de inteligencia estadounidenses y surcoreanos han llegado a la conclusión de que podrían montar una cabeza nuclear muy pequeña en misiles de corto y medio alcance, con capacidad para alcanzar el territorio de Corea del Sur y Japón - precisamente lo que la comunidad internacional lleva una década tratando de evitar, lo cual eleva graves dudas sobre la efectividad de la estrategia seguida - pero que todavía no habrían logrado la tecnología necesaria para ensamblarla en un misil balístico intercontinental que ha de reentrar en la atmósfera. No obstante, en marzo, el gobierno norcoreano anunció que había comenzado a probar un vehículo de reentrada. Cuando lo tenga operativo, y más tarde o más temprano lo conseguirá si la comunidad internacional no adopta una estrategia adecuada, supondrá una amenaza para la seguridad global mucho mayor que si en verdad hubiera detonado una bomba H, pues esta tan solo aumenta la capacidad destructiva, pero estratégicamente añade poco valor marginal


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