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Estados Unidos, China y la lógica del conflicto en Asia

  • Autores: David García Cantalapiedra
  • Localización: Política exterior, ISSN 0213-6856, Vol. 30, Nº 173, 2016, págs. 36-42
  • Idioma: español
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • La escalada de los focos de tensión en los mares del Sur de China y de China Oriental está socavando las bases de la seguridad en Asia y pone en riesgo el desarrollo de la política exterior de Pekín.

      El Wei Qi es un juego milenario creado en China (paradójicamente conocido en el mundo por su denominación japonesa, Go). Su objetivo es rodear con tus piedras un área mayor en el tablero que el oponente. La estrategia es extremadamente compleja e involucra equilibrar muchos requisitos, algunos contradictorios. Los jugadores luchan tanto de manera ofensiva como defensiva y deben elegir entre tácticas de urgencia y planes a largo plazo.

      Parece que la República Popular China está jugando una compleja partida de Wei Qi global, una estrategia indirecta, evitando el conflicto directo, moviéndose para mejorar sus posiciones globalmente, permitiéndole vencer al adversario por inferioridad e incapacidad de ofrecer movimientos alternativos, que no entrañen costes altísimos o que lleven a la derrota total. Como dice la máxima de El Arte de la guerra de Sun Tzu: "Conseguir cien victorias en cien batallas no es la medida de la habilidad: someter al enemigo sin luchar es la suprema excelencia".

      En ese complejo juego, el mar del Sur de China es un área esencial, tanto desde el punto de vista táctico como estratégico, global y regional. Primero, es el lugar de paso del comercio marítimo clave para el Indo-Pacífico: el estrecho de Malaca es la principal ruta del comercio de mercancías y energía que viene desde el canal de Suez, el cabo de Buena Esperanza y el estrecho de Ormuz y se dirige hacia el noreste de Asia. También los estrechos de Lombok y Macasar empiezan a ser tan importantes como Malaca, y estas rutas pasan por Borneo y necesariamente por Filipinas. La zona alberga, además, importantes yacimientos de petróleo y gas, lo que la ha convertido, entre otras razones, en objetivo de disputas desde hace décadas, sobre todo en las islas Spratly y, en menor medida, en las Paracel (denominadas por China Nansha y Xisha, respectivamente).

      Segundo, porque es parte de un área que Pekín considera bajo su soberanía. No solo desde la creación de la República Popular en 1949, sino desde la República de China en 1911, se ha tenido muy presente la humillación y la perdida territorial de las guerras del opio y del Tratado de Shimonoseki de 1895 ante Japón. Ya la primera política exterior de Mao Zedong establecía como uno de los objetivos irrenunciables la recuperación de la "unidad territorial" china


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