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Resumen de La influencia desde dentro

Cristina Crespo Palomares

  • El conocimiento de Estados Unidos en España y viceversa dio un salto con los intercambios educativos puestos en marcha en la década de los cincuenta a través del programa Fulbright, una de las herramientas más útiles de la diplomacia pública estadounidense.

    "Los intercambios culturales pueden convertir las naciones en personas, contribuyendo como ninguna otra forma de comunicación a la humanización de las relaciones internacionales".

    J. W. Fulbright De los intercambios educativos desarrollados entre España y Estados Unidos, el programa Fulbright fue uno de los pioneros, en 1958. Antes de su implantación se realizaron intercambios promovidos durante los años treinta por una serie de instituciones como la Hispanic Society, el Instituto de Señoritas de Madrid, la JAE y el CEH, el Instituto de las Españas, el IIE y la Fundación Rockefeller, la American Association of Teachers of Spanish, la Fundación del Amo, etcétera. Sin embargo, como ha estudiado el historiador Lorenzo Delgado Goméz-Escalonilla, se trataba de programas más pequeños, con menos presupuesto y menos institucionalizados.

    El programa Fulbright se llevó a cabo en distintos países europeos tras la Segunda Guerra mundial. La idea del entonces senador J. William Fulbright era reinvertir las remesas del dinero europeo en intercambios educativos. Esto fue de la mano en muchos casos del programa de reconversión económica, el Plan Marshall. A lo largo de su historia, este programa de becas se ha consolidado como uno de los instrumentos más relevantes de la diplomacia pública estadounidense y una referencia internacional en formación. Ha logrado, a su vez, un alto impacto en las relaciones internacionales a nivel global. De acuerdo con el último artículo publicado por la Comisión Fulbright en España: "Desde 1946 el programa ha otorgado más de 300.000 becas y cuenta entre sus becarios con 54 premios Nobel, 82 premios Pulitzer y 33 jefes de Estado o de gobierno". Las cifras sustentan el prestigio de la institución y de sus fulbrighters, denominación que adquieren aquellos que han disfrutado de una beca.

    También en España el Programa Fulbright tiene un alto prestigio, ya que entre sus becarios se encuentran cinco premios Príncipe de Asturias - Miguel Delibes, Antonio García-Bellido, Federico García Moliner, Joan Massagué y Avelino Corma - y cinco premios nacionales de Investigación, Historia y Artes Plásticas. Entre los becarios Fulbright destacan, a su vez, personalidades relevantes de la política (Javier Solana, Pilar del Castillo, Pascual Maragall); de la empresa (Elena Ochoa, Rafael Benjumea, Oscar Fanjul); del arte y la cultura (Vicente Todolí, Cristina Iglesias, Daniel Sánchez Arévalo); del periodismo (Montserrat Domínguez, Felipe Sahagún); o de organismos internacionales (Josep Borrell, José Manuel González Páramo, José María Viñals).

    Aunque en 1946 España hubiera quedado excluida del Programa Fulbright y el Plan Marshall, los pactos de 1953 entre España y EEUU propiciaron la inclusión de cláusulas relativas a la ciencia y la educación. Así, se incorporó España a los circuitos de intercambio cultural con EEUU, en una acción de política indirecta con alto impacto en el proceso de democratización española


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