Malcolm Poynton se define como una persona curiosa y cree que el hecho de ser neozelandés tiene mucho que ver con ello. Fue la curiosidad, unida al convencimiento de que lo digital está alterando de manera profunda el modo de conexión entre personas y marcas, la que le llevó hace seis años a pasar de una agencia clásica como Ogilvy a Sapient, consultora tecnológica que intentaba ganar terreno en el ámbito de la comunicación. Desde enero de 2015 es director creativo mundial de Cheil Communications. Hablamos con él en Madrid de su transición profesional, de la Campaña por la belleza real de Dove, en cuya gestación estuvo muy implicado, de premios y de Nueva Zelanda.
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