La genialidad del capitalismo de la posguerra habría consistido en reorientar la voluntad de cambio hacia el insaciable deseo de consumir. Actualmente, este modelo ve sus límites en el agotamiento de los recursos naturales. Para idear un modo de vida satisfactorio y a la vez sostenible, no basta con rechazar el imperio de las mercancías. En primer lugar hay que reflexionar sobre lo que nos es indispensable.
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