La novela Retahílas de Carmen Martín Gaite es en gran medida una reflexión sobre la memoria que abarca varias generaciones de una misma familia. Los recuerdos personales se narran y se comparten y de esta manera se legan de una generación a otra, formando parte de una memoria familiar heredada y compartida. Este intercambio solamente es posible a través de una excepcional conversación construida de largas retahílas durante toda una noche en la que los interlocutores esperan la muerte de la última representante de una generación ya casi perdida de la familia. El que escucha le da pie al que habla para compartir e interpretar sus experiencias. Estos recuerdos están estrechamente ligados a la identidad y la vida mientras que la muerte se asocia con el silencio y el olvido. No obstante, los recuerdos narrados hacen que de alguna manera los muertos se vuelven presentes para los interlocutores.
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