Hasta ahora, y los datos lo muestran, los programadores de la orientación en distintos países, y en el nuestro en particular, han variado de acuerdo a las condiciones económicas, políticas y de los niveles de desarrollo de la educación en unas sociedades complejas con los conceptos éticos y filosóficos. Está muy claro también que hay una aceptación general de la necesidad de orientación educativa y profesional que, como parte integrante de todo sistema educativo, debe haber alguna disposición y sistemas de orientación para preparar a los jóvenes para “el mundo del trabajo” y de “toma de decisiones” que tendrá que hacer respecto a su futuro en la sociedad. Sin embargo, en nuestro país parece que no hay un consenso general de opinión sobre qué forma de “orientación” debe ponerse en práctica, quizá por ser actualmente la orientación ¿víctima de cierto cainismo paradigmático?
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