En el marco de las relaciones diplomáticas interestatales tras la Paz de Nicias, Corinto desempeñó un papel fundamental en la creación de una tercera Liga en Grecia presidida por Argos, pero probablemente con el último y secreto motivo de mover a Esparta de nuevo contra el imperialismo ateniense. La actitud de Beocia también ayudó a determinar la definitiva concreción de dos bloques antagónicos que se verán abocados a un enfrentamiento en la batalla de Mantinea en 418 a.C.
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