Madrid, España
A pesar de la larga tradición de cultivo y consumo de leguminosas en España y de sus conocidos beneficios medioambientales mejorando la fertilidad de los suelos, su cultivo ha disminuido constantemente en los últimos 50 años siendo reemplazadas por otros cultivos que se han adaptado mejor a los avances tecnológicos y resultan más rentables al agricultor. El consumo de legumbres ha descendido en España notablemente desde los 13 kg/persona/año en la década de los 60, hasta los poco más de 3 en la actualidad, pero aun así, importamos hoy alrededor del 85% de las judías, el 75% de los garbanzos y el 60% de las lentejas que consumimos. Asimismo, el descenso del consumo de legumbres ha ido asociado a un incremento del consumo de carne, lo que ha aumentado el consumo de leguminosas para pienso, sobre todo soja, pero no así su cultivo por lo que importamos casi 5 millones de toneladas de soja al año, lo que supone el 95% de las importaciones de leguminosas. Esta tendencia es similar a la encontrada en el resto de Europa lo que genera dos dependencias preocupantes que solo pueden aliviarse aumentando el cultivo de leguminosas. Por un lado está la dependencia de las importaciones de proteína vegetal (70%), a lo que se une la de fertilizantes nitrogenados (80%). Además, la producción de estos fertilizantes requiere gran energía, básicamente gas natural, del cual la UE importa del orden del 60% de sus necesidades. Esta dependencia de las importaciones de proteína, sobre todo soja, no solo supone un riesgo galopante para la balanza de pagos, sino también de seguridad alimentaria, poniendo a nuestra industria cárnica en manos de las oscilaciones del precio de la soja
Grain legume cultivation is continuously decreasing in Spain in spite of the long tradition of their cultivation and consumption and their well-known environmental benefits by improving soil fertility. Grain legumes have been replaced in rotations by other crops that have adapted more quickly to technological progress and are more profitable for farmers in the short term. A similar change is taking place in Europe. This generates two major dependencies that can only be alleviated by increasing legume cultivation. On the one hand, Europe faces an increasing dependency on nitrogen fertilizers, using up to 10 million tons yearly, of which about 80% are imported. In addition to this, fertilizer production uses large amounts of energy, being highly dependent on natural gas, of which the EU imports 60% of its requirements. On the other hand, EU countries import 70% of their requirements as vegetable protein. In Spain, we import 4.7 million tons of grain legumes yearly, most of which is soybean (95% of the total). The decline in human consumption does not justify the reduction in cultivation, as we import 85% of the dried beans, 60% of the lentils and 75% of the chickpeas consumed in Spain. This dependency on imports, particularly on soybean, poses a serious threat to the economy as it makes the raw feed industry, and therefore most of the meat industry, vulnerable to fluctuations in the world soybean price.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados