Pedro Solís-Cámara Reséndiz, Pedro Solís-Cámara Valencia
El trastorno de deficiencia de la atención, o síndrome hiperquinético (SHQ), se caracteriza por hiperactividad, deterioro de la atención, deficiencia emocional e impulsividad, además de otros síntomas secundarios, como la conducta antisocial y los trastornos del aprendizaje, cuya frecuencia varía de acuerdo con la etiología del síndrome. De estos síntomas característicos del SHQ, la hiperactividad y la impulsividad han recibido bastante atención de los investigadores y del público en general. Hay pocos instrumentos con valor diagnóstico para medir la hiperactividad; entre los más confiables se encuentran la escala de actividad de Conners y la de Werry-Weiss-Peters. La tarea de igualar figuras familiares (MFF) para medir la impulsividad, con base en el constructo de reflexión-impulsividad, también se usa mucho para diagnosticar el síndrome hiperquinético. En nuestro medio, los padres de familia y los maestros de educación primaria son los primeros en etiquetar indiscriminadamente a los niños como hiperactivos, basándose en criterios subjetivos, y no en escalas, lo cual puede tener consecuencias adversas para su desarrollo biopsicosocial. A pesar de que cada vez se usa más el SHQ, se cuenta con poca información acerca de la hiperactividad de los escolares mexicanos, de la concordancia o discrepancia entre los criterios de los maestros y de los padres para calificar a los niños como hiperactivos, y de las características sobresalientes de su comportamiento. Por otra parte, la prueba MFF está contaminada por factores perceptomotrices que no pretende medir, por lo que puede ser totalmente inadecuada para diagnosticar el SHQ. Es por ello que creemos que sería útil aportar datos para aclarar este punto y evitar que se use indiscriminadamente en México. El propósito de este trabajo fue analizar las apreciaciones del grado de actividad de los escolares, según sus maestros y según sus padres, y las apreciaciones de su comportamiento escolar, según los mismos alumnos y los maestros, así como la relación que hay entre su impulsividad de acuerdo con la prueba MFF y estas apreciaciones. Cincuenta y cinco sujetos: veintiocho niños y veintisiete niñas de tres grupos de sexto año de primaria de una escuela oficial, fueron seleccionados al azar para participar en este estudio. A cada sujeto se le aplicó la prueba MFF para clasificar a los sujetos de acuerdo con su estilo cognoscitivo. El promedio de las latencias a la primera respuesta y el número total de errores fueron las variables calificadas. A todos los sujetos se les proporcionó una forma para explorar la manera como consideran sus relaciones con la maestra y con su grupo escolar, su conducta durante el recreo y en clase, así como su comportamiento y desempeños escolares. A la maestra se le entregó una forma semejante para conocer su manera de apreciar los mismos reactivos que contestara el alumno. Para medir el grado de actividad de los sujetos se les entregó a cada maestra una forma de la escala abreviada de Conners para maestros (0-30 puntos), y a los padres se les entregó una forma de la escala Werry-Weiss-Peters modificada (0-44 puntos). Esta escala permite calificar la actividad del sujeto en el hogar, durante las comidas, mientras observa la televisión, mientras juega y mientras duerme, así como fuera del hogar. El punto de corte para calificar de hiperactivo a un niño por medio de la Escala de Conners, fue de 15 o más puntos, y para calificarlo por medio de la de Werry-Weiss-Peters, de 22 o más puntos. Para ver si era cierto que la impulsividad y la hiperactividad se relacionaban con el mal desempeño escolar, se usó el promedio de calificaciones (CAP) y la apreciación subjetiva de las maestras sobre el desempeño académico del alumno. Al analizar las interacciones como edad, sexo y calificación promedio entre sí y con la escala de Conners, se encontró que las niñas tenían menor edad cronológica, mejores calificaciones y menos hiperactividad que los niños. Para clasificar a los sujetos en cuatro grupos - impulsivo, reflexivo, rápido-exacto y lento-inexacto - se usaron las medianas de latencia (11.10) y las del total de errores (8.5) de la tarea MFF. No se encontró que hubiera ninguna interacción de los cuatro grupos así formados, con las variables de edad, sexo, CAP y con las escalas de actividad. Al separar a los sujetos con un mayor grado de actividad, usando el criterio antes mencionado, la muestra quedó dividida en cuatro grupos: siete supuestos hiperactivos (HIM) y cuarenta y ocho "normales", según los maestros; y nueve supuestos hiperactivos (HIP) y cuarenta y seis "normales", según los padres. Ninguno de los sujetos quedó en ambos grupos de hiperactivos. No se encontraron diferencias significativas ni interacciones entre estos cuatro grupos, ni en las variables descriptivas ni en las variables MFF, pero al buscar interacciones entre estos grupos y los cuatro grupos MFF, se encontró que había interacciones entre el grupo HIP y el grupo rápido-exacto. Por lo que toca a las apreciaciones subjetivas de las maestras, las diferencias entre los dos grupos hiperactivos y sus respectivos normales, se analizaron con Chi², sin encontrar resultados significativos entre el grupo HIP y sus respectivos normales, pero sí entre el grupo HIM y sus respectivos normales. El perfil del grupo HIM se obtuvo por medio de la prueba t aplicada a cada reactivo. Se encontró que en sus relaciones con la maestra estos niños son agresivos y no cooperan. Con el grupo son agresivos, amigueros (lo contrario de aislado), no cooperan, son activos (dinámicos) y poco selectivos respecto a sus amistades. Son inquietos y no prestan atención en el patio ni durante el recreo; su desempeño académico es malo y su comportamiento escolar inadecuado. Para analizar la concordancia que hay entre las opiniones de la maestra y las del alumno, en relación con la misma cualidad, se tabularon sus coincidencias y discrepancias y se les aplicaron pruebas de Chi² y de McNemar. De los 19 reactivos analizados en 13 hubo concordancia, en 2 no y en 4 hubo discrepancia. Los criterios de los padres y las maestras para calificar el grado de actividad de los sujetos, fueron evidentemente diferentes; las escalas de actividad (EAM y EAP) no correlacionaron entre sí. Parece ser que para los padres, el ser activo no tenía la misma carga negativa que para los maestros. Cuando hay diferencias en las calificaciones de los padres y los maestros, respecto a los grados de actividad de los niños, se les da el crédito a los maestros. En este trabajo la validez de la calificación que dieron las maestras está apoyada por los resultados obtenidos: los niños mostraron un grado de actividad mayor que las niñas, y el puntaje promedio del grado de actividad del grupo HIM y de los normales respectivos fue semejante a los reportados en la literatura. Además, la concordancia entre las opiniones de la maestra y las del alumno en relación a la misma cualidad fue satisfactoria. El único grupo que presentó un perfil de comportamiento escolar fue el de HIM, que fue muy semejante al de las alteraciones conductuales de los niños hiperquinéticos. El hecho de que el grupo HIM no haya calificado globalmente ni predominantemente como impulsivo, se debe a que en los trabajos de otros autores en niños hiperquinéticos, al aplicarles la tarea MFF, los niños clasificados como impulsivos no son verdaderos impulsivos cognocitivos, sino que son niños que ante la imposivilidad de realizar la prueba, tiran al azar. Esto es más notable por el hecho de que la mayoría de los estudios en niños hiperquinéticos está hecha en muestras de niños menores de 10 años, y la tarea MFF sólo es adecuada para definir la impulsividad cognoscitiva de los 10 a los 12 años de edad, como ya lo hemos demostrado en un trabajo reciente. Nuestros resultados sugieren que la MFF es un instrumento cuyo valor diagnóstico en el síndrome hiperquinético debe ser reconsiderado. Por otra parte, la participación de las maestras y de los niños en la apreciación del grado de actividad y del comportamiento escolar, no debe ser subestimada, ya que de los resultados de tales apreciaciones se puede iniciar el trabajo diagnóstico interdisciplinario, necesario para diferenciar a los niños con síndrome hiperquinético e incapacidades específicas del aprendizaje
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