El amplio uso del maíz en la formulación de dietas para animales es razonable, considerando que, proporciona la más alta tasa de conversión a carne, leche y huevos comparado con otros granos que se usan con el mismo propósito. La composición y el aporte de nutrientes del grano de maíz destinado a la alimentación animal lo hace una materia prima de alto valor energético (el mayor entre los cereales), gracias a su alto contenido en almidón y grasa. El maíz representa una buena fuente de ácido linoleico (1,8% del total de extracto etéreo), ácido graso esencial en el metabolismo animal, especialmente en el aviar. Posee bajos niveles de fibra, la cual se encuentra concentrada en el salvado e incluye principalmente celulosa y pentosanas; su grado de lignificación es bajo y como consecuencia la digestibilidad de la fibra es superior a la de otros cereales, especialmente en monogástricos. Debido a su alto valor nutritivo, su utilización en la formulación de dietas para animales es muy extendida y popular alrededor del mundo. Sin embargo, el aumento en el precio de los granos y la menor disponibilidad para consumo animal (competencia para consumo humano o para producción de biocombustibles) en los últimos 10-15 años, ha producido que se intensifique la búsqueda de alternativas alimenticias para la disminución en el uso del maíz, entre ellas: subproductos del trigo, pulpa de cítricos, semolina de arroz, harina de coquito de palma africana, cascarilla de soya, melaza de caña de azúcar, subproductos agroindustriales y hasta la caña de azúcar como tal. Los aportes nutricionales del posible sustituto del maíz utilizado en la alimentación de animales en producción, dependerá principalmente de la especie, fisiología y etapa productiva de cada animal. El uso de estos sustitutos debe ser acorde a la región geográfica y poder adquisitivo del productor, pues si no se hace la escogencia adecuada puede encarecer la producción y disminuir la rentabilidad de la explotación.
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