Desde el momento en que el paciente oncológico es diagnosticado, se inicia un proceso psicológico caracterizado por determinados mecanismos defensivos que si bien tienden a ser adaptivos, es decir, están al servicio del manejo de la ansiedad, frecuentemente interfieren con el manejo terapéutico global. La psicoterapia se indica como parte del tratamiento del enfermo con tumor maligno precisamente cuando sus defensas interfiren con el tratamiento médico y la cooperación por parte del paciente se encuentra muy limitada. En el caso del niño y del adolescente, la psicoterapia actúa sobre las interferencias que causa la enfermedad en el desarrollo psicológico. Cuando los mecanismos defensivos del paciente no le son efectivos y como resultado entra en un estado depresivo importante o desarrolla mecanismos patológicos que resultan en sintomatología psiquiátrica neurótica o psicótica, está indicando el tratamiento psicofarmacológico combinado con psicoterapia, o está en forma exclusiva. El médico general y el especialista tendrán que estar preparados para manejar los mecanismos defensivos tanto del paciente oncológico como de su familia. Esta tiende frecuentemente a "despegarse" emocionalmente del paciente enfermo, produciendo en éste una vivencia de abandono que complica severamente su comportamiento, lo que hace más difícil, si no imposible, su tratamiento global.
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