La novela policíaca norteamericana es en estos momentos un gran castillo de fuegos artificiales, con más luces y ruido que contenidos valiosos pero la industria editorial apuesta decididamente por ella y sigue imponiéndola al resto del mundo. Los rasgos definitorios y la crítica social que marcan los principios clásicos de la novela negra parece que se han degradado, y mecanizado hasta extremos que apuntan la decadencia del género.
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