Atravesado por la crisis global y local, intenso de principio a fin, el 2009 fue un periodo en el que se perfilaron importantes procesos en curso a partir de lo que en los últimos años han sido los dos grandes objetivos de los consorcios televisivos: la potenciación de su rentabilidad económica (ahora en los escenarios digitales) y un peso mayor en su relación con las fuerzas del poder. El año que se fue resultó productivo en ambos sentidos para las empresas de TV, hoy por hoy prepotentes protagonistas políticos con un claro y actualizado proyecto económico para la explotación de las nuevas plataformas tecnológicas, en el contexto de la crisis más grave del país desde la revolución de 1910.
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