En la novela Marassá y la Nada (2013), la escritora dominicana Alanna Lockward realiza algo insólito en la tradición literaria dominicana: adentrarse en la geografía y cultura haitiana totalmente desprovista de prejuicios. El título, que evoca la figura de Marassá, los Gemelos Divinos del panteón vudú haitiano, sugiere un concepto de hermandad que, al verse reforzado por una visión feminista y decolonial, se presta para una interpretación de esta figura como una propuesta de relación entre Haití y República Dominicana que se aparta de los modelos de antagonismo y “conflicto fatal” que permean los debates sobre la dinámica entre ambas naciones. Al contrario, la figura de Marassá propone una síntesis de mitos occidentales y africanos y ofrece un modelo basado en la mutua dependencia, solidaridad y fraternidad.
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