La institucionalización de políticas de igualdad en el campo científico, tanto en el marco general como en el europeo, tendría que favorecer el progreso hacia la igualdad en un espacio que se quiere ver a si mismo marcado por la capacidad y el mérito. Pero las prácticas discriminatorias, conscientes o inconscientes, directas o indirectas, dejan a las mujeres fuera de muchos lugares en los que por su valía tendrían que estar. Buena parte de las instituciones científicas y de sus profesionales todavía no han entendido que si no vigilan el cumplimiento real, no sólo formal, de la igualdad de género, perderán parte del talento que estas mismas instituciones ayudan a crear
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