El primero en sugerir la existencia de los átomos, que él definió como indivisibles, fue el filósofo griego Demócrito de Abdera, en el siglo V a.C. Este gran pensador, tan adelantado para su época, al parecer siempre estaba de buen humor o incluso riendo. Si hubiera sabido en qué iba a derivar milenios más tarde su idea, seguramente se le hubiera borrado la sonrisa de los labios. Porque los átomos sí son divisibles, y la energía contenida en ellos es tan enorme que nos ha dado energía barata e importantes terapias médicas, pero también residuos extremadamente peligrosos y nocivos, así como la amenaza de la destrucción total del ser humano y de nuestro planeta.
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