Durante varios segundos los restauradores y conservadores contuvieron la respiración. Después, instintivamente, sus miradas se dirigieron hacia el ángulo inferior izquierdo del lienzo, lugar donde el maestro flamenco solía estampar su firma. Y allí estaba, oculto probablemente durante varios cientos de años por fin salía a la luz: el nombre de Pieter Brueghel (El Viejo) y la fecha, incompleta, de ejecución de la obra. Acababan de realizar uno de los mayores descubrimientos en la Historia del Arte de los últimos años: la aparición de un nuevo brueghel, el artista flamenco más importante del siglo XVI, de quien sólo se conservaban unas escasas 40 obras hasta el momento.
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