Este trabajo se pregunta por la relación entre las nuevas tecnologías, la memoria y el consumo a partir del análisis del objeto museo. Desde la década del ochenta, nuestras sociedades han desarrollado una obsesión por la memoria. Frente a esta extensión del pasado a través de la memoria, la pregunta que subyace es ¿cómo se construye esa extensión de pasado? Si no es algo “natural” y es un artificio, ¿cómo se crea y se sostiene este artificio? Por lo tanto, no podemos dejar de pensar en las tecnologías de la información y comunicación que ambicionan superar las limitaciones de la condición material del cuerpo humano, que se conciben como obstáculos orgánicos que coartan las potencialidades y anhelos de los hombres. Para poder considerar estos interrogantes partimos del estudio de dos museos que han adquirido relevancia en estos últimos años en Sudamérica: el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta, donde se exhiben los cuerpos de tres niños incas conservados naturalmente, y los museos del Centro Arqueológico de Tiwanaku en Bolivia. En estos espacios se entremezclan las lógicas de mercado, de las industrias culturales y de la tecnología.
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