La falta de Gobierno ha impedido que en los últimos diez meses se aprobaran los presupuestos del próximo año, se nombrara a nuevos altos cargos, se facilitaran los ascensos en los ejércitos o se renovaran los órganos constitucionales. Ha reflejado, además, la necesidad de reformas que impidan que una situación similar vuelva a pillar al Estado por sorpresa.
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