Con la firma de los tratados de Brétigny (8 de mayo de 1360) y Calais (24 de octubre del mismo año) entre los reyes de Francia y de Inglaterra, las tropas “inglesas” que ocupaban numerosas fortalezas en el noroeste de Francia fueron conminadas a abandonar sus posiciones y, con ello, a quedar desempleadas. La mayor parte de ellos se reunió en Champaña, para a continuación descender sobre Borgoña y subir el valle del Ródano, lo que explica su presencia en Pont-Saint-Esprit. Estas huestes habían tenido una importancia crucial en el esfuerzo bélico inglés pero, una vez firmada la paz, el rey Eduardo III ya no requería de sus servicios, y les ordenó entregar las fortalezas ocupadas para conseguir, a cambio, las provincias y ciudades de Aquitania que le habían sido concedidas conforme al Tratado de Brétigny. Por tanto, su presencia y sus depredaciones se convertían en ese momento en un problema común a ambos soberanos.
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