El sujeto creador que recurre al arte como forma de supervivencia no se cuestiona la legitimidad de sus creaciones, ni si lo que hace es “normal” o “anormal”. Y hace bien, porque cada momento de la historia impone leyes y normas que son cambiantes. La sociedad es la que se permite “empaquetar” con la etiqueta de la “anormalidad” a enfermos mentales, delincuentes, médiums, seres extravagantes, artistas, etc. Por un momento, el momento de la creación, todos ellos habitan el mismo espacio.
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